9 Desde el demo de Acarnias busco la ciudad.
Mira la suave curva de las aguas,
el astil sobre lino y los paños
que cubren cestas de peces,
vino ácido.
Dóblate sobre la orilla
y devuelve a la costa dos mil años de espera
en olas que bajan la pendiente de la roca
y barcas de metal.
Así se mecen juntos los rebaños en la tarde
mientras acomodas el lecho de hojas o el nido:
sedales, redes muertas, alguna dejación
del tiempo inexorable.
Frente al diente de perro el alquitrán.
Nos sentamos desnudos en la roca.
Castañas. Poemas que recuerdan
una noche en La Habana
y estas playas nombradas como santos:
Santa María de la sal, algo se olvida,
no estuve siempre aquí o el mar era un estanque,
otra la tierra, el faro del Castillo del Morro
y la ciudad
que vuelve a ser la misma
cuando dejamos Acarnias.