Las estaciones interiores vi Determinada la lluvia,
el hombre, puede caminar
prontamente
hasta alcanzar las chozas
donde el Amor a veces,
tiene el rostro infortunado
y sospechoso de la que ama.
Nombres de mujeres livianas
sorprendidas bajo la lluvia terrosa
de la soledad
salpican la jornada destinada a la exaltación.
Insospechadas nalgas
entorpecen el ciclo de la desesperación.
Uno hace gestos
que nada agregan a la historia
de la emancipación amatoria;
no obstante
el hombre mira y hace transitar
edípicamente
esa calle que alguna vez
lo separó de la que ama.
¡Cuántos delitos sorprenderán las nochesbajo la delicada complicidadde una miserable adolescente!
Y como te gustaría Jorge Carrolno estar así,
librando esta lucha intolerable,
sangrienta,
de gritar a los cuatro vientos.