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Vestigios - Poemas de Gildardo Gutiérrez Isaza

Vestigios
VESTIGIOS
("reflexiones de un secuestrado")

¿Que espíritu habita mi soledad e invade mis sentidos? Raíces de fuego que horadan la tierra  y hacen sentir la furia del silencio. Mi pecho se comprime y explota sobre las montañas del cielo. Es un deseo y dolor repetido, es la necropsia de un pasado que se abre tortuoso y sangriento. Es la ultima gota, quizá la ultima lagrima, la expiración de un quejido que se acrecienta invadiendo la piel. Desembocadura frágil del río de mis pensamientos cuando invoco tu nombre


Trato de penetrar en el sueño, de comprender el dolor. Trato de saber donde terminara esta angustia, este dolor pútrido que se agiganta con el paso de los días: como será el remate final, la última esperanza de vida, en quien pensare a quien invocare. Deleite y soledad, mezcla inexorable de un sentimiento que como una bandera destrozada hondea sobre el hasta de mis sueños. No pretendo escribir sobre mi vida, ya que no la tengo, más si sobre los harapos de una emoción que se extiende a la humanidad cuando la soledad invade con su tea sanguinaria la melodía del ser y su silencio.


Tengo miedo de la noche acechando mi cuerpo, dejando una marca inexpugnable en mi pensamiento. La luna se niega a acompañarme, sabe que traspasar los límites es dejar que la jauría del miedo invada cada milímetro, sondear las estepas de un continente inexpugnable demarcado con los vestigios de una cultura en decadencia, que se debate en entre el ser y la nada, como una horda de guerreros en busca de sangre. Conciliar el presente con el pasado es trasmutar la alegría en dolor, es revertir la esencia de un sendero donde gravitan los recuerdos.


Civilización que gime, crepita, ahonda el abismo; tras de si una leyenda que sin dejar rastros marca la diferencia: hastió y desprecio. El ser nos ha sido dado, revertiendo la grandeza, desconociendo la magnificencia, un universo creado como signo de poder. Arcilla enmudecida, con voz de trueno (la voz del hombre es un engaño) que devasta la primavera con su estío y su dureza.
Arrasador e implacable somos la selva que cae, como vestigio de una civilización que agoniza.
¿Que espíritu habita mi soledad y mis sentidos? ¿Quien me invade? Fuego de cenizas sobre la tierra, ante el turbión, ante el cataclismo que se avecina. Soledad y destrucción, blanca entrega en llamas, ciego impulso de un mundo que agoniza...
Presiento la muerte



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