Los girasoles Con frecuencia miraba atentamente.
Nada parecía tan estremecedor
que aquellas órbitas amarillas
extraviadas en los muros del crepúsculo.
Nada se parecía tanto a un sueño
y sin embargo
el majestuoso silencio del campo
sorprendió al niño desamparado.Entonces tuve miedo
y regresé llorando a los brazos de mi madre.