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El monje, sob erbia y la muerte - Poemas de Carlos Juárez Aldazábal

El monje, sob erbia y la muerte

La tercera vez que Sob tentó al monje
fue durante un diluvio de ángeles
en el gris de un parque rioplatense:
          -Nos toca a nosotros -murmuró el del hábito.
          -¿Qué cosa?
          -Convertirnos en víctimas de la abstracción
            horrorosa que muerde el corazón de los amantes.

La primera vez que el monje
eyaculó en Sob Erbia
fue cuando en Berlín
salieron los cañones a las calles:
          -¿Viste que no era tan terrible?
          -¿Qué cosa? -respondió el sin rostro.
          -Convertirnos en dioses, aplastar a las hormigas
            que mutilaron los cuerpos.

La última vez que la hembra
comprobó las virtudes de los santos
fue durante un censo de adivinos
lanzado por un tribunal de inquisidores:
          -Sabés que no puedo -profetizó la dama.
          -¿Qué cosa?
          -Salvarte de la mediocridad que crece en las postales
            que envían los ausentes a los vivos.

La semana en que la muerte
se interpuso entre ellos
el silencio se llenó
con la neblina candente de las lágrimas.
Antes de retornar a Berlín,
                          en un convento de Salta,
el monje blasfemó sus votos de obediencia
guardando en el dolor
la dulce iniquidad de su Sob Erbia sepultada.



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