Dios tribal habla habla y no hay nadie ahí, ni siquiera un teléfono:
restos de cejas y mugre de la gente y su trabajo. soy
un humano veloz y el ruidoso aire nocturno está tan lleno
de sus sueños que temo dormir. ven a mí, señora: haz de mí
un chocolate perfectamente envuelto. otra noche despiadada
en mi bolsillo.