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Donde serrano cree que puedo detener el salto - Poemas de Teresa Melo Rodríguez

Donde serrano cree que puedo detener el salto

para Edurman Mariño

Él cree, yo lo dejo creer.
También me gustaría atrapar
la palabra capaz de detener el salto.
Él cree que podría. Nadie puede.
Tengo esta manía de repetir los mismos argumentos
pero de esos pocos, ninguno sirvió
para detener saltos que ni siquiera presencié.
Escribo cosas que describen a los suicidas
colgados de mi cuello como adornos navideños:
siempre retornan en sus fechas
siempre se piensan en otras parecidas.
Tuve a Karim tendido en una acera fija
y ha transcurrido todo, menos lo que era él
tendido allí: repaso esa película
en que él grita un estúpido nombre de mujer
y salta con el grito todavía sonante.
No regresé al piso 23 de F y 3ra.
no alcé los ojos hacia él:
nada gané con esas omisiones: en mí
hay un piso elevado desde el que sigue lanzándose.

Tuve a Ignacio, muerto tiempo después de estar ya muerto
abrazada de Ariel en las escaleras
que bajan al San Juan
donde es probable que Ignacio
no estuviera nunca.
No volví a ver el río desde esa perspectiva.
De nada me sirve si él muere
desde el balcón que eligió y muere en mi escalera.

Cuento lo mismo. Él cree. Yo lo dejo creer. los muertos míos
que no me pertenecen tienen otros nombres en la muerte de
otros. Ninguna palabra les evitó saltar. Saltó Belkys Ayón al
encuentro de la avispa de metal  saltó Raquel, abandonando
el tabaco en un parque de New York  saltó a las aguas contaminadas
Ángel Escobar  escribo estos nombres que mastico
con dificultad, envueltos en arena. No sé los otros. No sé el del
que acaso lee esto con la sonrisa desviada del que cree saber.
A ti que piensas que podrías saltar ¿qué puedo decirte si sólo
puedo contarte fracasos como éstos? ¿Un discurso asumiendo
que la vida es bella? La vida es bella, querido mío, y es
terrible saberlo, y no saber otras muchas cosas de la vida que
borrarían saber cuánta belleza echamos a perder o tiramos a
medio usar al basurero. La vida es bella, más que el hombre
que esperas te ordene si debes pensar que La vida es bella.

Un hombre no es suficiente para ello, no es culpable
ni inocente la belleza. la vida es bella, y tú duermes sobre
la funda de almohada con remiendos y lo último que creíste
ver antes de dormir fue el cable eléctrico de la única luz de
esta habitación. La vida es bella, tarareable y silbable, lo
crees cuando apagas esa luz e imaginas una vida más bella
que la que crees es la de esta habitación. Pero yo no soy el
durmiente. Yo sólo atestiguo lo adormecido. Yo sólo veo la
vida bella, dejando las vegas. Yo sólo quiero encontrar la
frase que lo señale de una forma que acaso te convenza, que
detenga el salto, el impulso del salto, la memoria del salto,
la frase que obligue a no saltar.

La sé instintivamente. No sirve para ti.
La tuya la sabes o la ignoras instintivamente.
La vida es bella, querido mío
es siempre mejor que el salto a solas
cuando en el último instante

  querría asir tu mano

  detener el grito
hacer retroceder lo que no me sostendría
y es muy tarde.



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