Pequeña oda al niágara Ayer
en el jardín botánico
me enseñaron qué era un ciprés
y me acordé del lago
en el que navegaba la barca de la luna
al impulso de sus callados remeros
y me puse a llorar como Heredia
frente a las cataratas
a llorar extranjeramente triste
en el jardín botánico
a la sombra de un ciprés.