A león felipe Nada cambia,
ni a fuerza de tiempo, ni a súplica de olvido.
Nadie pregunta:
por qué los días traen entre los ojos
ese obligado naufragio la nostalgia.
Perdidos entre cartas lejanas
conversamos a menudo
con mares antagónicos.
Encontrados,
por esta costumbre de asirnos a la vida,
genética inconclusa.
Los que nunca tuvimos pistolas,
caballo,
hacienda,
el canto antiguo de la tierra
es nuestro mayor trofeo.
Sí, cuentos León,
y aunque mueras de risa
al hombre lo siguen durmiendo con cuentos
y triste es que no logran aprenderse ninguno.
Este siglo nos deja mudos, mudos.