El fin del amor 1)Esta naranja
no es la misma fruta
que el recuerdo enciende
ni la que olvidaste aquella siesta
y guardé para mi vida entera
como un recuerdo hecho de fuego y lejanía.
Abandonada a mi visión, a mi tacto,
esta naranja antecede a los delirios del pensar.
Ninguna señal
salvo que está aquí,
en camino a confundirse
con otras cosas prácticas
o a ingresar en la conciencia
como un nuevo simulacro del olvido.
Poco sé del nacimiento,
poco de la muerte de la naranja abandonada.
Cáscara fibrosa,
peso liviano,
aroma breve.
2)Otra vez una naranja.
Ahora sobre una hoja en blanco.
Antes seguramente hubiera sido
el jugoso fragmento
de una historia escrita
detrás de las palabras;
algo que las manos de alguien
dispusieron mudas
para que por su quietud aconteciera
un desorden imprevisto.
Antes se hubiera parecido
a un globo rugoso, mundo pequeño
en el que fibra y color se funden
como un cielo ácido y parejo.
Pero hoy esta naranja es silencio de verdad.
Escritura de la ausencia.