La desesperaciÓn es un atentado Hay quienes desesperan
y quienes se van y no vuelven;
hay quienes de mañana beben
para olvidar al Nuevo Día;
hay quienes se entregan
y quienes rezan y quienes asesinan;
hay quienes visten uniformes
y dan órdenes y obedecen;
hay quienes protestan por la infamia
y hay quienes sueñan
con el pan cotidiano,
con el vino y la carne
y la verdura fresca;
hay quienes se levantan
desayunan y van a la fábrica:
trabajan regresan a sus humildes hogares
y tienen hijos
sopesando el futuro
entre largas y fatigosas jornadas de angustia;
hay quienes se levantan desayunan
y van a la fábrica:
toman su auto
protestan dan órdenes
en acciones en dolor en incomprensión
y tratan de ocultar el porvenir
que atraviesa sus puertas;
hay quienes continuamente parten
y llegan
y también hay quienes
llaman a la noche por sus estrellas
y quienes escuchan a Horacio Salgan,
Astor Piazzolla, Edmundo Rivero,
Miles Davies, Coltraine, Count Baise
y quienes se hacen lustrar los zapatos
y quienes taponan con diarios viejos,
los viejos rulemanes;
hay quienes visten casimir inglés
y hay quienes remiendan sus pantalones;
hay quienes cruzan elegantes
paseando sus insignificantes perros
y hay quienes duermen en invierno
en una plaza;
hay quienes luchan por la Paz
y hay quienes levantan su voz
para señalar el porvenir;
hay quienes sufren como yo
y tienen miedo;
hay quienes confían y luchan
en los domingos eternos en la Libertad...
Hay quienes como vos,
como yo Jorge Carrol,
desesperan sin recordar
que la desesperación es un atentado
que debemos desconocer,
para ser simplemente un poco más hombres,
un poco más humanos.