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Gamla stan - Poemas de HÉCTOR ROSALES

Gamla stan

El Origen. Aquí el alma urbana emergida, viva
entre brisas intemporales que alzan la vigilancia
de los chapiteles, entre palacios
por ademanes del agua celebrados.
Está palpitando empedradamente (ánima vikinga,
ya sedentaria) en callejones, callejuelas,
sendas encrespadas donde aplomados peatones
disfrutan al calibrar cada rasgo. A ras de Historia
se sitúan escaparates (recientes variedades,
calidades antiguas, medidas) que nos distraen
de fantasías medievales circundantes. "San Jorge y
el dragón” también luchan en este suelo, esculturas
que unen gesta con admiraciones de pueblos distantes,
Estamos en Gamla Stan, la vieja Estocolmo
coronando curiosidades actuales, seduciendo
los pasos que ya le aman como suyos. Radiantes,
reiterados: hay seres visionarios de un ambiente
sin cobertura fotográfica. (El Origen, bajo leyendas

y hechos consumados, serpenteando, mutándose
a lo largo de años amarillos y naranjas, patronos
del espacio). Storkyrkan, Tyska Kyrkan,
Riddarholmskyrkan, templos por mi foránea voz
encaramados, hasta pronunciar aún más las torres
que rezan su elegancia influyente.
Es un letargo, es como si un gigantesco,
cauto, pujante letargo pusiera paz
en estas calles tejedoras de confines. Pasamos
frente a numerosos transeúntes que miran
(tras esa misma traslúcida pantalla) los metros
de ayer que ahora nos poseen para siempre.
Pero hay otras estelas parpadeando
desde algunos tejados, al tocar la céntrica
Stortorget (he leído que aquí, en 1520, ocurrió
el más sanguinario suceso de la ciudad:
el rey Cristian II de Dinamarca mandó decapitar
a unos ochenta nobles suecos, cuyas cabezas,
en atroz pirámide, fueron amontonadas en medio
de la plaza), Stortorget ("Gran Plaza"),
de la cual nadie parece advertir tal Cicatriz,
muda y estremecida, espina del letargo.
Triunfa el colorido, la magnética placidez
imperante, la hora del almuerzo,
el acopio de obsequios extendiendo lugares.
Prefiero perderme; sin prisas beber
del hechizo de tan atrayente arquitectura.
Y en Riddarholmen, leve isla del Origen anexa,


pisar de nuevo el muelle, contemplar la iglesia,
el lago, los palacios, la casa del Parlamento,
las cumbres de Söder (sur de la capital).
Perderse justo aquí, donde un suave oleaje
bautiza la mirada saliente, ingrávida
como aquel barco, que la llevará más adentro.



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