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Tránseat - Poemas de Emilio Sosa López

Tránseat

Vivir es sobrevivir en el tiempo y, además, tener un cuerpo y un yo —o varios
yoes si andas loco. Así caminas embriagado de ti. Doblas por una esquina
que se abre a la fatalidad. De igual manera lo monstruoso aguarda en
cualquier rincón. Esto nos recuerda que tenemos un rostro que se deshace
como cera frente a llamas imprevistas. Pero ya no puedes volverte atrás.

Tus pasos te llevan en dirección contraria a donde quieres ir. He aquí la
encrucijada que te hace ver el mundo de un modo distinto, incluso como una
absurda invención. Y pulsas en tus manos unas manos ajenas que te
arrebatan todo.

Quizá comprendas entonces que nada de lo vivido te pertenece. Lo tuyo es
sólo ataduras o desperdicios del tiempo. Y el tiempo un velo que te impide ver.
Y buscas ampararte en un mundo hecho de escondrijos y asechanzas: la luz
es todo nudos, sedosa malla el aire, prisión el yo.

Tu yo es la prisión de tu carne; tu carne, materia de sueño, tan próxima a la
prisa del agua... ¿Guardas memoria acaso de sus oleajes? Tu memoria
espejea como un charco y a veces deslumbra bajo el sol. Lo extraño es que el
sol te induzca a lo oscuro, como un libro de creencias.

La verdad es que tus ojos verían mejor en las tinieblas pues ¿qué es lo que
quisieras ver? ¿Algún indicio del Paraíso? La luz únicamente deja ver lo que
el hombre ha elaborado en su destierro. La historia es nuestro exilio, una falsa
riqueza. La luz misma empobrece toda ostentación.

Acumulas residuos y cenizas. 0 ruinas que admiras por su soledad. La idea de
la riqueza no atañe al día. Alude al poder: poder de los dioses, poder del
Demonio, poder del mundo, poder de la ciencia y el progreso. Y olvidas que el
único poder es estar vivo. Y vivir es morir. ¿Cómo puedes apaciguar este trance?

Y empiezas a perseguir fantasmas en tu desasosiego, a dominar la vida de los
demás, sus bienes propios. Una confianza que se funda en la certeza de tu i
nfierno. Te desvives en puros desarreglos. Mientras tanto tu rostro se
carcome, tus miembros se endurecen como piedra, tus ojos tiñosos miran de
reojo.

Ensimismado, valoras mejor la oscuridad. ¿Tan inmenso como la noche es el
pensamiento? Tu pensamiento es el universo. —¿O el universo es un error?
¿Quiénlo creó? ¿Qué lo creó? Asumes la locura de un filósofo y ambulas
como un perro. El mundo deja de ser tuyo. Sus hermosas ciudades se
enroscan y retuercen como sierpes: son tus anillos, tus llamas.



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