La playa recibe... La playa recibe los detritus,
y yo desnudo tu espalda ;
la tierra se enferma de un mal grave,
acaso incurable, y yo beso tu vientre.
Hay una locura en el filo de la sábana,
en el silencio de la lámpara,
en cada marca en la pared,
en el agujero donde cabemos
y no cabe otra cosa.
Una tormenta sin nubes se desata.
Te abrazo, tiemblo un poco, te penetro.
Hay una locura en las cartas escritas,
en ese zapato tirado en el patio, bajo la lluvia,
en el olor del aire, en la ropa dispersa y sin nadie.
Las ruedas girarán y seguirán moliendo,
las corrientes arrastrarán a los débiles
y, quizás, a nosotros, mañana, entre ellos.
Pero, ahora, el temor huye,
oscuro, por lo oscuro.