Leidra Después nos dolió la tierra
con su acucia de silicio
y su longitud larga,.
al salir del beso,
como quien trae herida
o simetrías muertas.
Nuestras bocas fueron impar
en aquel altercado
de cereza y prolongaciones,
y abusando de los labios,
comiéndonos de aire,
con el centro compartido,
con violencias secretas
y un fervor en la carne.