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Ciudad de rostro oscuro - Poemas de Arlén Regueiro

Ciudad de rostro oscuro

Entonces uno de los siete ángeles

de las siete copas vino a decirme:

Ven, voy a mostrarte el juicio de la famosa prostituta

establecida al borde de las grandes aguas.

Con ella pecaron los reyes de la tierra,

y con el vino de su idolatría

  se embriagaron los habitantes de la tierra.

Dicho esto, me llevó al desierto: era una nueva visión.

APOCALIPSIS

Dicen que el tiempo nos legó la desmemoria
que se nos vino encima como un agravio interminable
mutándonos todo
las manos graves de existir
y el temblor hirsuto del silencio
Dicen que extraviamos el hombro derecho
el corazón de inviernos malherido por la espalda
que somos nada Dicen
que no volvemos
y en la palabra se nos dilatan los naufragios
cuando el mundo es un reflejo
una mirada oscura
intransitable

Puesto que toda ciudad puede habitar en otra
yo te saludo libertad errante
yo te aclamo en el riesgo de las llamas
que se ciernen sobre ti
como la serena aventura de los rostros

Ciudad transparente yo te escucho de memoria
en el himno maternal que me precede
Soy instrumento
cuerpo indetenible donde alumbrar el abismo
donde la ciudad es más que Ciudad
Promontorio de arenas
Isla
Morada del imposible

  universo

Pero la ciudad no es el ciclo exacto de la duda
ni el temible vértigo donde los años
renuncian a la sed de otros parques
La ciudad no es respuesta sólo pregunta
no es lo que se dice sino más bien lo que se ignora
Impuros vitrales que corrigen la luz
Páramo que asoma al margen de sus ruinas
y amanece cual relámpago
Desde todos los días me recorro en los umbrales
infinito como el ángel mutilado del otoño
cuando tu cuerpo ciudad no es el que resucita
sino aquel que aduerme la partida mas no sueña
sacrificando toda su rigidez su pasmo

Mi rostro no es mi rostro
sino un continuo azar de invocaciones
que precoz se yergue y vacila
reencarna en mí y piedra le padezco
cuando me duele y es el adviento

  la intemperie
danzando en la entraña fatal de la tormenta

Diminuta ciudad quiero poseerte
atravesar todo el polvo
la sal que me engendra el cuerpo de un hombre
por el ave nacida ayer ceniza de mi vientre

Ciudad límite frontera
Precipicio de constelaciones
Ciudad agua incendiada


Inmanente de la tierra
reencarnas en mí y piedra te padezco
cuando son los espejos otro rostro
otro cuerpo en el cual la ciudad siempre es la misma
procurando el semblante que las llagas me oscurecen

Soy impar
y mi ser es otro ser que azorado no regresa
muriendo esta edad de nacerme que extravío
donde la histeria arde el manantial del mármol
esculpiendo su nostalgia a la luz de un breve incienso
Aquí brota la sierpe incendiando los destierros
la cruz del odio

el cáliz

  el tobillo
sangre estéril donde mi cuerpo oscuro se sumerge
desde la íntima ciudad pródiga en canas
fundando los objetos
en el lugar común que alguna vez tendió esta sierpe
apenas para mí
cuando supe que el sueño nos legó la desmemoria


y se nos vino encima como un agravio interminable
dibujo atroz que bajo el signo del aliento
nos borra lágrimas

  astros
miedo
duro maderamen que cerró la prepotencia

Y tú ego profundo
Concierto y discurso del habitual adagio
como serás ciudad un simple gesto
desvarío de la carne ya nombrada por el fuego
acallándome el estigma de ser en torno a ti
más enigma aún que la Ciudad

tanto infierno
donde se transmutan el rostro y la carne
mi nombre y tu nombre
en sombra y sierpe

Dicen que el viento nos legó la desmemoria
y ahora Ciudad
cuanto augurio se presiente está en mis ojos
ardiendo tal blasfemia
cesando como el fuego

cesando
como tú
en la piel de lo oscuro


Entonces llovió Jehová sobre Sodoma y Gomorra
azufre y fuego desde los cielos.
Y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura,
con todos los moradores de aquellas ciudades,
y el fruto de la tierra.


GÉNESIS



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