Conciencia de la pérdida Estoy a oscuras,
en el vacío espacio de lo que fue mi casa,
sobre las estáticas flores
de una loza tan antigua
como mi pasado.
Justo en el sitio
donde un caudaloso río se deshizo
de todos los peces
que con su ambición traspasaron los límites
fijados por el movedizo dibujo del agua.
Sucedió antes de que inundara mi casa,
la dividiera en dos
como un libro que se deja momentáneamente.
Bien sé que no he sido inocente,
ni siquiera me lo propuse
y ahora no espero perdón.
Estoy a oscuras,
sin pensar ni esperar de este tiempo
que fluye hacia un pasado inexistente.
La oscuridad desciende
desde una áspera franja de cielo
sin luna ni sol.
Bajo ella aguardo la señal
de los que alguna vez perdieron
el miedo a las pasiones
y fueron condenados sin piedad alguna,
no obstante su sentido común
sólo les permitió anhelar
lo que la luz de sus ojos convirtió
en predios posibles.