Vuelven giulietta masina y el tonto (no mÁs que 24 cuadros por segundo) a la memoria de Raúl Hernández Novás
Ya he visto a los poetas transfigurarse
y dirigirse contra sí propios.
FRIEDRICH NIETZSCHE
Aquí se pierden los ruidos de afuera
Acosados en ti el olvido y la angustia
mientras te agitas desde la columna del humo
en la rutilante emisión del proyector
Prisioneros en la baranda de taquilla
la herrumbre calcará perfectamente los rostros
Pierden el tiempo acusándote
te proclamas ingenuo espectador El momento llegará
pero no será el momento que los otros esperan
te golpean sus certidumbres bobas su anemia contráctil
Como otras veces estarás dispuesto a engañarlos
La vendedora de entradas te mira con ojos incrédulos
y tú no dirás nada que pueda inquietarla
nada en potencia capaz de alterar su nulidad
Ocuparás indefenso la nostalgia de tu butaca en última fila
únicamente cuando lentísima la sombra del Albatros
se difumine en la noche del cinematógrafo en el estómago
de la luz
para fundirse a ese algo que desde aquí se te antoja circulitos
incandescentes
una suerte de fotograma final
donde Gelsomina no vuelve para besar al niño enfermo
Tú persigues algo semejante a ti
algo contigo en cópula enfermiza
de pie entre lo majestuoso que oculta
el pájaro en su vuelo y la demencia
Será necesario dejarte tranquilo en la butaca El momento
llegará
atravesando como un pedazo de piedra
de extremo a extremo la pantalla
Cansado estás de pedirles que regresen
—la escena es reciente
la mentira conmueve es de este minuto—
pero ellos se empeñan en olvidar
«Vuelvan» le gritas
«vuelve» le ordenas a un anónimo
a un tal hernández y luego lo ves correr hacia la nave de los
locos
indetenible en todas direcciones
como un mal que no alcanza un funesto presagio
lento fluir que no llega a tus catacumbas
Estás muriendo en isla extraña la oscuridad asola tus vísceras
Mueres de esa rara enfermedad que es el silencio
el sin-palabras para los otros
al cual te aferras como un sonámbulo
como un maltrecho signo de este tiempo
un monigote vegetal una sombra sin rostro
que arrodillada frente a las aguas espera la postguerra
Es cierto por cada segundo tu desespero es más hondo
das demasiada importancia a la trayectoria de las piedras
te desconcierta saber que nunca aparecerá el Albatros
y no te importa si Giulietta está llorando en este cuadro o en el
siguiente
Deberían amarrarte
para que los curiosos puedan ver tu lengua
rompiéndose en pedazos contra los dientes
deberían amordazarte duro con cuerdas traslúcidas
Condenarte a los ruidos de afuera
al polvo a la herrumbre de la baranda de taquilla
donde los vivos alocadamente se amontonan
Llenarte la boca de tierra sería inútil
inacabada tortura indigno proceder de estos nuevos verdugos
No hablarás
no tienes nada agradable que decirles
únicamente que tu soledad es como un corazón
o un barco ebrio a la deriva
una arboladura sin memoria
de estandartes y velamen llenos de boquetes
que imperceptible ves alejarse de las costas
Pierdes los ruidos
El adorable estruendo del mundo
se va pegado a la frente de los otros
cual estampita de ferias
Tú viajas todas las noches la nostalgia de una butaca
descorres lentamente las cortinas y el pecho no te duele
escondes la cartelera oficial y no cuentas nada a nadie
Todo esto es una locura dices para ti
cuando te cansas y viajas a la noche inseparable
cuando entras pasadas las cinco al cinema
mientras los vecinos gritan y se putean
escupen improperios contra ellos mismos
se maldicen unos a otros
Y tú a este otro lado del mundo
esperas el momento te incorporas
y el enorme pájaro no termina de atravesar como una piedra
la pantalla
lo sabías no habrá consuelo para esta hora
Saldrás del espectáculo pasada la medianoche
a reencontrarte en la ciudad hostil
en los ruidos enemigos en los transeúntes
que ex profeso te confunden con un tal zuzuki
con un tal müller con un tal ponce con un tal hernández
Sales del cinema
y lejos de todos haces tu fogata
Giulietta algunas veces te visita
entonces hablas largamente de la guerra.