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Tribulaciones en otoño y un puente sobre las aguas - Poemas de Alejandro Ponce Ruiz

Tribulaciones en otoño y un puente sobre las aguas

a la memoria de José Lezama Lima
y a partir de una idea de Simon & Garfunkel

Ya no serás sino la superficie turbulenta
donde ni siquiera advierto las señales dejadas por el insomnio
No serás lo que por sospecha se oculta
en el trayecto tambaleante de mi existencia

Desde mí sólo intento conversar hacia el otro lado de los riscos
y me responden con una gritería atroz
con un sobresalto y un deseo huidizo que no sé esconder
En medio de las aguas congeladas o hirvientes * yo te busco
Aquí pudiera parecernos más amable
pero soy el proscrito el condenado que atraviesa
noche a noche el trunco maderamen
los mansos tablones sucesivamente ordenados
para el paso de los reyes sin trono del domingo
jamás de jueves pasando al mediodía
cuando a lo lejos veo venir
los camelleros con su sed de vísceras
y su contrabando de vergüenza y piedras pulidas
Quisieras pero se hace inútil
Tú no tienes un rostro para darme
encontraste la trampa después de la caída del cordero
Un abismo se levanta ante ti
un golpe de aguas más arriba anunciará tu muerte
un abismo es la certeza de que alguien espera
Al otro lado entre el humo y las luces de neón te están esperando
te llaman desde el hogar de la memoria
desde este lado de los riscos te llamo
eres el fragmento el silencio impedido la gritería

Por qué no dejas pasar rumbo a ninguna parte mi abandono
Te he sobornado con la promesa de que en tu noche
—no importan el cómo ni el cuándo—
atravesará tus dominados senderos
acompañando al fantasma de un tal Masantín
el indecible escualo (monstruo preferido de Lautréamont)
con las fauces abiertas
—no me culpes hasta que puedas descubrir
la silueta del arponero
grabada indeleble en las pupilas del pez
cuando emerge animal su lomo plateado entre la espuma—

Con promesas como éstas te he sobornado
y también con una caravana de plañideras
camino al gólgota
para acabar con la paciencia de no sé qué velatorio
Yo compro tu libertad te condeno a ser puente en ese

párpado
que resume desde los acantilados los gritos de la noche
cual un estruendo de escombros y música
cayendo imperturbable sobre las arboladuras de mis navíos
Yo te compro con la agonía y el pánico que es juntar dos orillas
y con el destino de tus sombras
encajadas en el agua más perversas.



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