La tranquilidad de las cosas De nada sirve el mar
o un río oscuro caminar hacia ti;
mucho menos conocer el águila,
la bala quieta abriéndote el pecho o las manos.
De nada sirve que seas tú este invierno.
De nada sirve creerte un suicida
que despierta en la mañana y se palpa intacto.
De nada sirve tanta quietud.
De nada.