Triste oficio de la escriba Como el escriba qué soy sino un pedazo de muerte
noctámbula y condenada a cierta distancia
me detengo ante el mundo
su fabuloso imperio absorbiendo ciudades
un extraño país a veces desconozco
posado encima del mar sus límites
sus flechas me atesoran
aciertan el blanco sobre el lugar lastimado
Como el escriba invento la tarde
y después la noche
de visibles gaviotas que en el pecho pueblan
invento el olvido otra pausa
admiro ese papel blanquísimo que reversa
construido de una fortaleza inigualable
En la profundidad del sueño
comienzo a testar uno a uno mis retornos
y lavo la sangre el poema de toda creencia
garabateo la imagen que soy y la rompo
contra esa pared más cercana al silencio
ahora que el tiempo es un tranvía de esos astutos
y la suerte un sortilegio una escapada
Nadie sabe que la felicidad nos atormenta en escena
Qué terrible es la calma
Como el escriba
sentencio la carne en los recintos de su miseria
me sospecho en los ojos del simple
que alguna vez ha de cruzar el mar
buscando en el agua un sitio distinto
Estoy hecha de barro
carne y hueso
hueso y algo
extiendo el apetito hacia la rigidez de lo desconocido