Desde el edificio alto del once... Desde el edificio alto del Once
puede verse:
el agua cayó
sobre las mulas empacadas,
como un brazo pelado
y los animales abrieron la boca.
El agua
apagó la chapa y los remaches
de las baterías oxidadas del oeste,
deja que los hijos se acuesten otra vez,
haciendo la mueca de estar panza arriba
o boca abajo
con agujeros húmedos en la espalda.
Llueve
seguidamente:
nena que patalea en un charco
en el que le gusta verse
con un manotazo en la garganta.
Todo esto
se junta
se escucha alrededor y encima
de un perfil arañado,
de las migas
y de la leche.
El hombre del oeste ejerce,
pero repasa:
el metal comido de los baños,
las motos paradas en la puerta del taller,
la virgen amurada en la estación,
los pedazos del papel prendido fuego
posándose en la remera.