La terraza Anoche vino el sueño a herir
cuando ya poco sabemos
del agua clara irrenunciable
Subíamos a la terraza
a contemplar el mundo
Hoy ni alcanzo a verte
(los hombrecitos de Magritte
caen con sus paraguas
desde el lluvioso cielo)
un sol despiadado
se pierde entre los árboles
Pero, vamos. Hay que andar la calle
y el empedrado irrita
Anoche vino el sueño a herir
Eso es todo: la sed
apagándose apagándose