Asilo oval Deriva
I
La noche es el ojo del caballo.
No es diafanidad. Es duelo horquetado
una mella de sed
fragmentos de eternidad.
Es el ojo del caballo
probablemente
una buena razón
para pulverizarla.
Sólo lo visible merece confianza.
Pulverizarla
con un acierto de ferocidad
sobre la ondulación de su espinazo
(magma de bárbaros bogando
con luces niñitas,
que clavan el agua
oscura de voces)Deriva
II
La noche logra miniaturizarse oval
brillosa en un solo ojo despierto.
Asilo, ménsula tierna y recinto desnudo
confluyen
desde un concéntrico portal inmóvil.
Se toman imágenes de la desconfianza.
Allí dentro se flagela un culto,
hay memoria,
se conjura el sueño inmenso.