El tío juan a este hombre la abundancia lo persigue por las calles,
y la envidia cuando lo ve pasar cambia de acera
él lo sabe, y se juega su suerte en las galleras
pone en riesgo sus riquezas al tiro de los dados,
cuando no a sus mujeres en las tacadas del billar
con las cartas, o con el póquer
jugarse el destino a la suerte lo emociona
lo pone erecto, hechizado.
no tiene un amor
tiene sanguijuelas en su corazón:
mujeres que dicen amarlo,
que se lo besan y se lo chupan y
le rascan la barriga como a Buda
por dos billetes
un pasaje a Disney o a San Andrés y
la herencia,
la herencia que es mucha mi hermano.
dicen de él que tiene cuatro hijas, porque la descendencia
se le multiplica por cada polvo ebrio que se permite,
dicen, también, que todas las mujeres del pueblo quieren parir a su nombre
porque les gusta su panza de Buda, sus perfumados eructos y sus pies de
Tarzán
a ellas les gusta - dicen - verse acariciadas por sus dedos gordos, toscos
y tiernos.
acariciadas por sus retahílas y
canciones de mariachi macho, de don Juan
Tenorio
de gallero viejo.
la abundancia que persigue a este hombre no tiene explicación
es un hombre bueno, nada más.
a veces el diablo lo torea, lo saca al ruedo de la gallera,
lo excita, lo perfuma y le da de beber toneladas de defectos,
es cuando el hombre se ufana de pedanterías, avaricias, cobardías y hasta
godo se vuelve,
pero en la noche, con la cabeza en la almohada y la mirada en las
estrellas
y el recuerdo de su madre
vuelve a ser el bueno de siempre y se perdona y perdona hasta al mismo
Lucifer.
a este hombre lo persigue hasta la abundancia del perdón
y hasta parece que un hilo blanco, de plata,
lo sujeta desde las patas de su cama
hasta la morada de Dios.