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Momentos - Poemas de KETTY ALEJANDRINA LIS

Momentos

A Eleonora Finkelstein y Daniel Calabrese
Pienso
que ha de estar escandaloso el mar a esta hora
cuando la tarde sopla suave su proa hacia el poniente
la misma hora en que Mariana me ofrece un cigarrillo
el muchacho de Dickens trae los cafés
y no sabe por qué el patrón ambientó el bar
como si fuese un "almacén de antigüedades".
No nos ha ido nada mal hoy en la playa
con un sol rabioso equilibrando el agua casi helada
esa muchacha de rostro anguloso y pelo recogido
que parecía salir de un cuadro de Picasso
tan azul
y la impresión de cabalgar sobre las nubes
y morir y nacer aferrándome a las crines del caballo
alcanzando el misterio de ser libre
en el caliente aliento de la arena.
El mar se desliza y estiliza en verde con sus algas
o las algas verdean el mar de verdemar
cómo saberlo en estos tiempos igualmente difíciles.
En una servilleta de papel
fatua tersa textura de papel higiénico
anoto con trazo furioso:
bronca blanca espuma se alza contra la escollera
surgen en el aire los sedales largos
la paciencia corta
y a veces no siempre un pez en el agua se burla
del gusano prendido al anzuelo.
Toda mi energía gotea
jadea
se junta a favor de la danza graciosa.
Charles
¿la bondad es muda y está lejos?
Mariana me habla de sus hijos
uno de los conciertos de Chopin
dice en música las consecuencias de un amor romántico
ilusorias
como todo lo romántico
y supongo que ha de haber sido tarea de titanes
escribir conciertos para piano después de Beethoven.
¿La bondad es muda y está lejos?
Mañana tal vez llueva o tal vez no.
Mañana habré partido o seguiré usando el batón de presidiaria
el humo del progreso habrá abultado más los bolsillos abultados
colgará más delgada la mirada de los niños ya delgados
los bancos de los parques sostendrán la decepción de haber creído
cuando el pasado pesa cruel en las arrugas
y ya no hay tiempo de empezar de nuevo.
¿La bondad es muda y está lejos?
Posiblemente. Quizá por eso quisiera a toda voz gritarle
que no nos hiela la palabra hielo
que es el hielo en sí el que nos hiela
que hay un mundo debajo de los hechos
que hay murmullos terribles debajo de las cosas
que hay sombras que no son sombras
y sin hablar nos hablan
que hay manos
mil manos en la pared oscura
manos invisibles que no nos tocan pero aprietan
y nos caemos sin ver la piedra del tropiezo
sin embargo.
Pero Mariana no conoce los poemas de Alejandra
quizá por eso
me fastidio en silencio con la charla
no conozco las marcas de los autos
ni el valor de las alhajas que también yo tengo y de qué sirven
si el Atlántico no es océano de todos
ni los Andes
ni el Iguazú con sus cataratas increíbles
ni los glaciares que se elevan en el sur como palacios
si el Perito Moreno es imponente rey
pero no siempre hay para todos esa ducha que parece tan elemental
ni las frutas y hortalizas se regalan en las plazas.
En las alas del petrel nace el solsticio
por eso mismo me tropiezo en su egoísmo
mi egoísmo
y su inocencia.
En realidad
no nos ha ido nada mal hoy en la playa
pero el café está frío
vamos por el cuarto cigarrillo y me despido
a pesar de que en enero a las siete de la tarde
la peatonal San Martín de Mar del Plata es un infierno.
Qué estoy haciendo aquí
qué hace cada uno en cualquier parte
oh Padre
cual será el código que permite planear tan hermoso a las gaviotas.
He aquí los pies abrigados con impecables zapatillas blancas
medias blancas
y tan desnudos.
Aferro la llave de entrada al edificio
y penetro en el bosque imaginario
donde apoyada en un roble está la casa
principio y fin
del único
precario
albergue permanente.



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