Otra cosa No dijo: pasé todo el invierno
con tu nombre en mi boca.
Tampoco habló de la distancia
como si fuera una viaje invisible.
Ni inventó un sueño raro:
estaba quieta en el fondo del mar
y unos peces la acariciaban,
suaves como puñales de gasa.
Pidió un mate.
Se me hace tarde, dijo.
Eso dijo: se me hace tarde.
Pero hablaba de otra cosa.
La dama del amor
habla la lengua de la ausencia.
El mundo se ha poblado
de palabras prófugas,
de signos volátiles,
de señas calcinadas.
Sin embargo,
destello tras destello,
como un astro sin nombre
la dueña del olvido sigue aquí.
Todo lo escrito viene de su luz;
es sombra de esa bella agonía.