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Jambulo sietesueÑos - Poemas de JORGE CARROL

Jambulo sietesueÑos

Desde muy joven, Jambulo Sietesueños viajaba de sueño en sueño y de
rama en rama.

En Arabia fue capturado por bandidos de mil colores cuando soñaba que
caminaba por Manhattan después de cogerse a la playmate de nunca jamás.

Siete semanas después fue exportado como esclavo blanco a Etiopía,
donde escribió poemas por encargo y trabó inamistad con Arthur, El Traficante .

Como el corrupto occidental que era, Jambulo fue declarado víctima
sacrificatoria universal y ante la presencia impasible de Arthur, fue arrojado a la
mar, en una balsa.

Tras un viaje de siete meses, llegó a un archipiélago de siete islas,
donde, en una de ellas, fue muy bien recibido por los naturales del lugar.

Estas islas, posiblemente, según algunos estudiosos eruditos , pueden
ser las Malvinas o las Célebres u otra isla de la Mar Océano. Situada cerca del
Trópico de Virgo, donde los días y las noches son siempre iguales, el clima
agradable y la mar movida por los dioses de la Necedad, hace que los vientos
peinen los árboles que producen generosas frutas, algunas exóticas y otras
afrodisíacas.

En esa paradisíaca isla, vivió siete años, entre pacíficos nativos y bellas
nativas, todos exactamente iguales entre sí , siempre.

Los naturales, todos, absolutamente todos, eran de siete codos de altura,
con amplios orificios nasales, poseedores entre otras novedades, de una lengua
dividida en dos, con la que podían hablar todas los idiomas e imitar el canto de
los pájaros, incluso mantener conversaciones distintas con siete personas a la
vez.

Los naturales vivían setenta y siete años bisiestos, cuando menos y sin
enfermedad alguna y a la vejez, aburridos de tan buen vivir, se suicidaban
acostándose sobre las hojas acaso marchitas de una planta de aroma mortífero.

Sus cuerpos, abandonados sobre la playa, eran recogidos por la marea
que los llevaba entre sístole y diástole.

Sin duda, también para Jambulo, era un pueblo muy religioso que vivía en
comunidades no mayores a setecientos setenta y siete personas, regidos por el
menos joven.

Las bellas mujeres y las vigilantes matronas, cambiaban entre sí, desde el
mismo día del parto a los niños, para que nadie, absolutamente nadie, llegara a
identificar a ninguno como hijo propio.

Trabajo y comida eran variados y practicados en matriarcal paz.

Conocían mucho de nada en especial, la astronomía.
Su escritura tenía siete signos y por una séptima modificación de cada uno de
estos, podían obtener setenta y siete variaciones significativas.

Al cabo de los siete años, Jambulo VII, por malhechor y hombre de malas
costumbres, recordemos que era también poeta, fue devuelto nuevamente a la
mar, en una balsa.

Tras otras nuevos siete meses de navegación, amarizó en Calcuta y
luego de atravesar los siete laberintos de la calle Corrientes, llegó a los brazos
de su madre.

Desde entonces, nada se sabe de él.



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