Si esto que usted bautiza vida... ¿Si esto que usted bautiza vida
fuera apenas confusión
indiscernible
de fragmentos
partículas secretas?
¿Y su vertiginoso, anónimo rotar no
suscite jamás
la sinfonía de las esferas? Vea usted
un ejemplo -o maqueta pascaliana-:
he aquí
diez manzanas, dos lápices,
quizás.
De pronto, y con no prevista brusquedad,
por azar, o en razón
del fuerte sol,
desbordan el planeta
mosquitas no identificadas, gusanos
triscando
la verde, amarga hoja
(dulce, empero, a la
maltrecha ánima).
Y al lado de gusanos
y de la verde hoja y lápices
sin punta
-o están las puntas mochas: preciso
sería recrearlas, como a una sensación
en incomún relieve-
con celo y
extrema reticencia
vuelan una
estela de abejas,
damas que fornican con
sus dálmatas, policías febriles
por bien delinquir.
Cómo esperar, entonces, destelle el
farol del otoño o intuya la
luciérnaga el ritual
pues hay esos
estrépitos, voces,
un billón de diálogos banales
sin orden ni
concierto
(o así parece, a causa del corto
entendimiento). Bullen, regurgitan
en la noche. Usted, que esto oye
-o imagina- enloquece
sin más. Añada la constelación de
Orión, el hombre en la
vereda, parejas rompiendo entre
aullidos (mas no quiero mentir: puede
ella ofrendar en son de
paz un dragón, un haz
de gladiolos).
Mientras: agítase una hoja
llueve una gota
llora un
gato
se pudre la mosca en
el vaso
Jamás acepte el aleph
lo anónimo y
plural
sin discernimiento.
Este instante (que ya
pasó) es lo único que abriga
eternidad: esta hoja, esta
foto
esta muchacha o luna
llena tajeada por
el viento
sólo lo singular
respira eternidad
Ya no más el múltiplo mediocre:
una cosa por vez, irreductible,
para sentir al fin
el mar. a Julio Llinás
Si en la sucesión de las fotos
si en lo trivial -y confuso-
te guiña cierto indicio
y tu dedo inquisidor se detiene
igual que en un film cuando
habráse ido o dormido en su silla
el operador, y a la vista del fotograma inmóvil,
con regocijo al comienzo, con ira más
luego -el operador se ha ido o dormido-
a patalear
el público comience pues
se haya ido o dormido aquel operador,
así, al caer las hojas del pesado álbum
por años olvidado en la gaveta
abierto el cofre del recuerdo
(magma de imágenes
manchadas):
esa muchacha cuyos ojos
tiemblan.