I Y vertiendo gran lluvia, fue rompiendo,
Con truenos grimosíssimos los montes,
Los valles, cerros, riscos y collados.
Gaspar Pére2 de Villagrá
A veces, muy pocas, llueve
y creemos que todo se va a acabar
en un instante:
ráfagas, bofetadas de agua en el cristal
de la ventana, truenos, rugidos
de viento que vienen a romper
el eterno silencio y su monotonía
de paisaje lunar...
A veces
cuando ya ni lo esperamos, llueve
diría tropicalmente si fuera caricia
y no esta furia o venganza apocalíptica contra la
tierra
desencajada y seca como sus habitantes.
Corren raudales unos breves segundos
y tal como se desató, la lluvia
cesa de pronto y nos devuelve a la calma
más absoluta,
cuando apenas había renacido en nosotros
la fe de que todo podría volver a empezar
aunque fuera un instante.