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1900 los días del cinematógrafo - Poemas de Isaily Pérez González

1900 los días del cinematógrafo

Vestida impresionista Ella acaba de aparecer en el vestíbulo
sombrilla Marie Laurencin y lentes azules montados

  al aire
con el novísimo claxon de su automóvil de celuloide
llegó 1900.
Yo no quiero decir que estoy por Ella perversamente loca
que desfilo amaneradamente bajo los globos de luces

  amarillas,
que todos me observan con disimulo,
algunas damas desearían en secreto tener un sombrero

  que levantar
y Rodolfo Valentino las mira desde carteles
levemente curioso.
Aprovechemos este misterio,
esta enfermiza complicidad.
Cuando llegue el Jazz yo no podré avanzar discreta
pasar casi felínica por tu lado
y lanzarte el humo verde de mis cigarros de jade.
Es la era de la frivolidad y la inocencia

tus lentes ocultan la respuesta de unos párpados

  pesados de deseo
mas no quiere romper el encanto,
cuando la función termine
irás a casa huyendo de ti misma,
una casa representada en mi mente como una bola

  de vidrio
un vendaval de hojas secas rodando bajo el Dion-Bouton.

***

Tuyo es ese ángel que impregnó 1900
en todos los Café se conversa de ti
y no importó pagar otra ronda de añejo
con tal de sostener tu nombre entre los labios
un último minuto,
una última lanza estrellada contra el tedio.
Eras tan amable que siempre te dejabas ver un poco
sonrisa art-nouveau y lentes azules al aire
buscabas con la vista alguien que no apareció
porque yo siempre pensé que las horas de vivir
sólo suenan de noche.
El ídolo italiano invadía la ciudad con El Hijo del Sheik
a las ocho y media la retreta comenzó a tocar
y en los Estados Unidos los gángsters se mataban a balazos.
Yo preparé mi boquilla más larga
el esmalte de uñas negro me asemejaba a Teda Bara
por eso decidí no usar vaselina y realzar mis ojeras.
Santa Clara parecía un cuento
con la paz que dan las luces amarillas
y la Banda de Música ejecutando en silencio,
pero la ciudad eras tú misma que llegabas tan intensa
que mirarte excitaba.

***

Son estos los días del cinematógrafo
y han vuelto a ponerse en moda los héroes.
Percibo que pronto callará el piano de la sala oscura
y se oirán sus latentes voces.
Valentino, un gato ansioso de tejados,
la Garbo ronca y filosa como una navaja abierta.
Yo no quiero decir que estoy por Ella perversamente loca.
Mientras la miro exhala mi boquilla un humo lento.
Ella ni siquiera se sonroja
semisonríe aceptando que sueño conocerla.
Ambas sabemos que vamos mañana a despertar gloriosas.
Ella desnuda
y yo fumando a su lado mis eternos cigarros verdes
en un daguerrotipo de 1900.



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