Ciana Pudiera ser la mía tu historia,
si no fuera porque esa vez
el silencio de unas manos alzó mi pecho.
Una mujer
que corre, se aparta en valles de quietud.
¿Apalearla?
A su favor hay testigos:
cuadernos, astros, fábulas...
y hablan «desnudas historias
allí donde mariposas acuchilla».
Una mujer
de puñaladas víctima;
gira, ufana en su juego.
Sueña una voz exótica,
mientras abriga el muslo de acero tanto follaje.
Yo soy de sus confesiones el libro:
sólo me pregunto, mujer,
qué habrá después del horizonte.