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Si te regalan flores - Poemas de Griselda García

Si te regalan flores

sentís como en un mensaje subliminal
que desean verte muerta y hermosa.
En cambio cuando el amanecer los encuentra
comiendo de vuestros cuerpos
y la luz se filtra por las rendijas de la pared
lo tomás como visiones del futuro
y sabés que lo que soñabas ya no es sueño,
sino una realidad suave y almibarada
que se deja caer sobre pieles viejas pero insaciables.

Manos que no son las mías
intentan abrirme
y duele
aunque nunca estuve cerrada.

Jugamos a clavarnos cuchillitos de untar manteca
no me siento herida,
me siento como una tostada en el desayuno de domingo:
dorada crocante y dulce.

Retortijones de panza o
¿qué te crees vos mo-co-si-to, que esto es joda, eh?
Duerme. Duerme.
Y yo miro todas sus fotos.
Luego de unos cuantos problemas de aterrizaje
volvemos al suelo sin más daños
que unos cuantos rasguños aquí y allá.
Arañas en las manos y las miro pero no están.
Y lo sé antes de mirar.
Duerme. Duerme.
La planta ya nos ha dado lo mejor de sí
y ahora transpira adentro de su jaula de cristal.
Distintas formas de morir en la playa.
El vuelo de una mosca,
él sosteniendo una boa,
solo en su casa sin muebles.
No se ríe en las fotos.
Es bueno, pero su cara muta y da miedo.
Pasar las noches comiendo para saciar hambre de siglos.


Ahí es cuando ves aparecer
lo verde lo rojo lo azul
bailando ante la pupila izquierda
mientras te abrís para disfrutar
lo que proponen esta noche
los duendes de la sinrazón.

te toca en suerte la reina drag
más musculosa de todas.
deyecciones,
cafarnaún,
niñas embarranzadas,
latas de conserva que conservo en la memoria.

adentro, la fruta se abre paso con suavidad
y el roce contra las paredes de carne
funde todo en agua y sal.

el agua buscará la caída natural
y te quedarás dormida.


¿A quién pipa la fuma?
¿Dónde puedo conseguir un mapa?
¿Vamos a nadar?
¿Por dios, en dónde estoy?
¿Nos desatamos?
¿Me pongo la ropa?
¿Jugás?
¿A Flores?
¿Somos el futuro?
No. No.

Caminar mucho, cansarse y volver.
si doy un salto, despego.
teje y desteje el pelaje del rododendro.
un poco de comida yéndose por el conducto equivocado
y veo cómo te asfixiás lentamente.
me decido a ayudar:
corro a tu lado y sujeto tu cuello con fuerza.
giran y giran tus ojos.


No entiendo pero igual me subo
transpiro mucho pero cuando empieza a moverse
el viento me refresca lo mojado,
incluso el espacio entre las tetas.

el celso ayala convierte un gol de mediocampo
mientras se precipita el orgasmar.

temo por mi corazón
ahora que estoy rebotando tanto
nunca dejaré de hacerle caso a mi padre
ahora que está muerto.

asisto al tornarse resbaladizo de los cuerpos,
tus humores condimentando mis pasteles.

no importa si no respiramos por un rato,
así tal vez recobremos
la antigua levedad que nos caracterizaba.

somos serios gusanos ciegos retozando en la brea.


Van Gogh nos mira asustado desde el centeno a medias crecido
y qué hacer con esa mirada sino huir, correr sin mirar atrás
hacia la segura salvación que ofrecen esos paraísos
esperándonos con brazos abiertos de gigantesca prostituta madre.



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