Poemas » francis sanchez rodriguez » centigrados

Centígrados - Poemas de Francis Sánchez Rodríguez

Centígrados

yo no soy ana frank. es mucha verdad. pero yo pude haber
sido, por tan poco, ana frank. nunca faltó la escarcha.
mis ojos, se amamantaban en la raíz de un veloz agujero, insignificante.
sentía a mi alrededor que todo lo visible y lo imposible
me desafiaba de un modo muy privado y que se venía
abajo como un hacinamiento de puertas clavadas. odié-crecíambicionaba
una segunda oportunidad. temer desde cero.
desde los borrachos de las dársenas que discuten y desposan
al viento libremente.
girando en redondo siempre cuerpo y casa eran para mí el
orificio de una bala en el cuello de una camisa. todo lo demás,
fue sólo la tosquedad de las circunstancias.
con tal que acabase por respirar, por torcerme en la bobina del
cielo, distendían su musculatura otros enigmas, furtivos carnavales
del municipio, escogidas cáscaras de arroz. iban a vérseme
infinitamente los huesos apergaminados uno a uno. pero sin
salir de mi grieta, aprendí a dibujar y a hacer máscaras con pieles
de frutas que causan el asombro, dicen, entre los turistas.
armados de neón hasta los dientes, avanzan los turistas
por mi país. escondite bajo, largo y estrecho agujero en el
cuello de una camisa. queman. viran, vacían nuestras miradas
contra el cielo chillón. a veces alborotan casi alegres
para hacer salir azoradas nuestras palabras de los arbustos,
y verlas girar sobre las cabezas, con plumajes exóticos.
entiendo que he descendido vivo a una tumba. me adelanté
en devorar mi propia claustrofobia. canteras de cal, antes de
nacer. ensoñaciones de perros, la acordeón.
al paso de potentes focos, tiemblan nuestras puertas tan diminutas
en sus horcones.
yo no he sabido recortar con mi cabriola el fuego, mientras
se alimenta de las más viejas máscaras oídas dentro de los
azadones. ni aullar el hambre desplumada sobre un largo costillar
de oráculos. ni avisar la dirección en que se han echado
a correr los ríos.
aguardo absurdamente en mi exilio interior como una puntilla
en una tabla. habré perdido la cabeza, sólo por llevar
memoria de extrañas privaciones sorteadas entre lo
distante, algún candelabro que nunca podría ocurrirme de
una vez para siempre.
si un día acaba el registro, sin mayores dilaciones saldré, descenderé
abundantemente a la tierra, explayándome en esas
opacidades siempre vírgenes de las raíces heladas. casi
parece verdad: una puntilla puede sacar a otra puntilla. intento
sostener en el frío exterior la punta ambigua de mi miedo.
yo quisiera haber delatado esta soledad en el idioma mudo de
quienes sobornaron el alba. haber entintado con escotillas y
escalas estas líneas de mi mano. cuando levanten las pare-
des y el techo. yo quisiera tener qué sentarme a contar a través
del fuego. pero yo no soy ana frank.



POEMAS
© TusPoemas 2008.