Una pequeña sonata para mitigar Una pequeña sonata para mitigar
los ahogos. Lo ancho y extendido a contraluz,
se abre, a unos ojos que ya no pueden verlo,
detrás de la ventana. ¿Qué fue
de lo acuoso, lo espeso, lo cálido?
¿Qué es ahora sino sudores,
temblores, telas blancas?
¿Qué será cuando todo
esté urgido de palabra
y la palabra valga, en el fondo oscuro,
entre lentos látigos y luces inmóviles,
menos que un balido,
menos aún que un aullido?