Rilke Rilke
cuando quería hacer
poemas
pedía prestado un castillo
tomaba la pluma de plata o la de pavo real,
llamaba a los ángeles de cerca,
palpaba la soledad
como un delfín
conversando de las cosas al gusto europeo
entre esculpidos gamos y cisnes
-en un geométrico jardín.
Yo
moderno poeta, y brasileño
con la pluma y la piel resecas por el sol de los trópicos
cuando pienso en escribir
poemas
me aterran siempre los terrenales problemas.
Cuánto me gustaría llamar
a mi familia, a mis amigos, a todo el pueblo
y salir con un salterio bíblico
a bailar en la plaza como un loco David.
Pero no puedo,
porque, cuando en gesto del poema me apremia
tomo cualquier bolígrafo o lápiz y papel desarrugado
y, esclavo
escribo entre bulliciosas bocinas secuestros
salarios cocteles televisión torturas y censuras
y los tiroteos
que cinco veces al día
estallan en la favela de al lado
metrificando así mi verso marginal de perseguido
que va a caer baldío en un terreno abandonado.